La crisis, sobra decirlo, afecta a todo el mundo (a unos más que a otros, también es verdad). En momentos como los que vivimos, con duros ajustes y tasas de desempleo desorbitadas está claro que los cimientos de la economía están podridos y uno tras otro, con efecto dominó, todos los sectores de la economía se han visto afectados. Si la construcción se hunde, el transporte se ve arrastrado, y como consecuencia desciende la venta de vehículos y así sucesivamente dando forma a una nefasta máquina de Rube Goldberg.

La gente que trabajamos en diseño gráfico, publicidad y afines a la imagen en general, sabíamos en cierta forma, que nuestro sector se vería afectado desde el principio. Cuando los ingresos de las empresas bajan, uno de los primeros recortes se hacen por el lado de la imagen. Parece algo más o menos lógico, o por lo menos, los trabajadores, estudios o agencias estamos acostumbrados a ello y a darlo por hecho.

Creo que en parte, esto es un error del cliente, que prescinde de servicios que pueden ser determinantes como expondré. Antes quiero destacar, es mi opinión, que la mayor parte de culpa es de nosotros, los profesionales de la imagen. ¿y por qué? Por no haber sabido transmitir la importancia y el papel del diseño para la marca. Y usted dirá: «¡pues mire usted! habrá unos qué si, y otros qué no». Razón no le faltará, pero para eso están las generalizaciones. En cualquier caso, todo diseño, toda imagen corporativa, toda web… tiene una base teórica, un desarrollo fundamentado, una conceptualización solo posible si es un trabajo realizado por profesionales cualificados. Esta claro que si se hace un mal diseño, en consecuencia no muere nadie directamente (¡ya tendría que ser malo!). Pero tiene consecuencias fatales… difícilmente demostrables. A no ser que se hagan costosos estudios de mercado, antes y después de la implementación de la imagen corporativa o la campaña de publicidad. Las grandes empresas se lo pueden permitir, y además tienen clara la importancia del diseño y la publicidad. Las pequeñas y medianas empresas no se pueden permitir inversiones tan potentes, y son precisamente las que antes pierden la «fe» en la utilidad de tal desembolso. Con todo, pienso que aquí está la clave de la mala imagen que tiene el cliente sobre el trabajo de la imagen (¿?). No digo que no se haya intentado. Digo más bien, sin saber la razón de fondo, que no se ha conseguido.

Para tu empresa, para tu negocio, la identidad corporativa es la forma con la que se presenta al resto del mundo. La forma de vestirse, y la forma de comportarse en público. Si tu objetivo es conquistar a alguien ¿cómo prefieres presentarte? ¿cómo un cerdo (o cerda) desastrado y maleducado? o ¿cómo un caballero (o dama) educado y agradablemente vestido? La distancia entre que te den un número de teléfono o una bofetada puede estar en estos factores entre otros. Por eso, tu negocio, más que nunca en tiempos de crisis, compite con otros muchos, por sacar a bailar a la escasa clientela, qué tiene mucho donde elegir. Ponte tus mejores galas, tu mejor perfume y muestra la mejor sonrisa. Si con ello no es suficiente, regala diamantes.